Triste noticia: Lia William Thomas anuncia su sorpresiva retirada de la natación femenina tras ser expulsada de los Juegos Olímpicos y enfrentarse a una investigación de Trump

En un anuncio que ha conmocionado al mundo del deporte, Lia William Thomas, la nadadora transgénero que revolucionó las conversaciones sobre inclusión y equidad en la natación femenina, ha decidido poner fin a su carrera competitiva. La atleta de 26 años, nacida en Austin, Texas, y conocida por su victoria histórica en el campeonato de la NCAA en 2022, reveló en una declaración emotiva difundida en redes sociales y medios especializados que abandona el deporte debido a la presión insoportable derivada de su expulsión de los Juegos Olímpicos de París 2024 y la reciente investigación impulsada por la administración de Donald Trump. “He nadado contra corrientes más fuertes que el agua misma, pero ya no tengo fuerzas para luchar contra un sistema que me ve como una amenaza en lugar de como una competidora”, escribió Thomas, cuya voz temblorosa en un breve video adjunto reflejaba años de batallas internas y externas.

La trayectoria de Thomas ha sido un torbellino de triunfos y controversias desde que, tras su transición, comenzó a competir en la categoría femenina por la Universidad de Pensilvania. En marzo de 2022, se convirtió en la primera mujer transgénero en ganar un título de la División I de la NCAA en la prueba de 500 yardas libres, superando a rivales como Emma Weyant, medallista olímpica de plata, por un margen de 1.75 segundos. Ese logro, que la catapultó a la fama, también desató un debate global sobre las ventajas biológicas potenciales de atletas que han pasado por la pubertad masculina. Críticos, incluyendo a nadadoras como Riley Gaines, argumentaron que su participación erosionaba la integridad del deporte femenino, mientras que defensores, como la Unión Americana de Libertades Civiles (ACLU), la elogiaron como un hito para la diversidad. “Es un deporte de mujeres si incluye a TODAS las mujeres”, declararon en su momento, subrayando que Thomas había cumplido con las normas de supresión de testosterona impuestas por la NCAA durante un año previo.

Sin embargo, el punto de inflexión llegó en junio de 2024, cuando el Tribunal de Arbitraje Deportivo (CAS) de Suiza desestimó su apelación contra las políticas de World Aquatics, el organismo rector de la natación internacional. La federación había introducido reglas en 2022 que prohíben a mujeres transgénero que hayan experimentado la pubertad masculina competir en eventos élite femeninos, a menos que la transición ocurra antes de los 12 años o sin desarrollo puberal masculino. El CAS dictaminó que Thomas carecía de “legitimación” para el desafío, ya que no estaba registrada en USA Swimming ni había intentado clasificar para competencias mundiales en ese momento. Esta decisión no solo la dejó fuera de los trials olímpicos de París, sino que la expulsó efectivamente de cualquier aspiración a los anillos olímpicos, un sueño que ella misma describió en una entrevista con ABC News como “el pináculo de mi vida”. “Quería demostrar que la perseverancia trasciende el género”, dijo entonces, pero el veredicto la dejó en un limbo deportivo, confinada a una categoría “abierta” para atletas trans que pocos utilizan.

La situación se agravó con la reelección de Donald Trump en noviembre de 2024 y su inmediata agenda contra lo que él califica como “locura transgénero” en los deportes. Apenas en enero de 2025, el presidente firmó la Orden Ejecutiva 14168, que obliga a las instituciones educativas federales a limitar la participación en deportes femeninos a atletas asignadas como femeninas al nacer, revocando interpretaciones previas de la Ley Title IX de 1972. Esta medida impactó directamente a la Universidad de Pensilvania (UPenn), donde Thomas estudió y compitió. En febrero, tres exnadadoras de Penn —Grace Estabrook, Margot Kaczorowski y Hailey Holmquist— demandaron a la universidad, la Ivy League, Harvard y la NCAA, alegando violaciones a Title IX por permitir que Thomas compitiera en 2022, lo que supuestamente les negó oportunidades. “Compartimos vestuario y piscina con alguien que nos quitó medallas”, testificó Gaines en apoyo a la demanda, avivando el fuego mediático.

El Departamento de Educación, bajo la dirección de la administración Trump, abrió una investigación en marzo de 2025 contra UPenn por “discriminación de género inversa”, congelando 175 millones de dólares en fondos federales —el 17.5% del presupuesto total de la universidad—. La pesquisa se centró en los títulos y récords de Thomas de la temporada 2021-2022, argumentando que su elegibilidad bajo reglas antiguas equivalía a una injusticia histórica. Tras meses de tensiones, UPenn capituló en julio de 2025, firmando un acuerdo voluntario con el gobierno. La universidad revocó los récords de Thomas en las pruebas de 100, 200 y 500 yardas libres, reasignándolos a otras atletas y agregando una nota en cursiva: “Compitiendo bajo reglas vigentes en ese momento, Lia Thomas estableció récords programáticos en la temporada 2021-22”. Además, emitió una disculpa pública a las nadadoras afectadas y se comprometió a adherirse estrictamente a las nuevas normas de la NCAA, que ahora excluyen a atletas trans de categorías femeninas.

Esta resolución, vista como una victoria para el “deporte limpio” por conservadores como Trump —quien tuiteó “¡Justicia para las verdaderas mujeres atletas!”—, ha sido calificada de “cacería de brujas” por activistas LGBTQ+. Thomas, que se mantuvo en silencio durante la investigación, emergió en septiembre de 2025 para denunciar el proceso como “una persecución política disfrazada de equidad”. En su declaración de retiro, leída en una conferencia virtual organizada por la ACLU, detalló el costo emocional: “La expulsión olímpica me rompió el espíritu; la investigación de Trump me destruyó la fe en el sistema. He enfrentado acoso, aislamiento y una soledad que ninguna medalla puede curar”. Reveló planes para dedicarse a la defensa de derechos trans, colaborando con organizaciones como GLAAD para promover categorías inclusivas sin comprometer la fairness.

La comunidad deportiva está dividida. Nadadoras como Katie Ledecky, quien compitió cerca de Thomas, lamentaron la pérdida de una “pionera valiente”, mientras que Gaines celebró el retiro como “el fin de una era injusta”. World Aquatics, que ya había adoptado la prohibición en 2022 inspirada en el caso Thomas, elogió el acuerdo de UPenn como un paso hacia la “integridad global”. Expertos en bioética, como el profesor de la Universidad de Harvard Ross Tucker, argumentan que el debate trasciende a Thomas: “Las ventajas puberales masculinas persisten incluso con terapia hormonal; necesitamos ciencia, no política, para equilibrar inclusión y competencia”.

Con su retiro, Thomas cierra un capítulo que redefinió la natación. De estudiante de primer año en el equipo masculino de Penn en 2017, luchando con disforia de género, a ícono controvertido, su historia ilustra las grietas en el deporte moderno. “Nadé por mí misma, no por el podio”, concluyó en su adiós. Mientras el mundo reflexiona, una pregunta persiste: ¿proteger la equidad femenina justifica el exilio de pioneras trans? El agua, como siempre, se agita, pero Thomas ya no estará para surcarla.