El mundo del boxeo se estremeció la noche del 13 de septiembre de 2025 en el Allegiant Stadium de Las Vegas, cuando Terence Crawford, el invicto estadounidense, logró lo que parecía imposible: noquear al legendario Saúl “Canelo” Álvarez, el rey indiscutido de los supermedianos. Durante 25 minutos de intensa batalla, el ring fue testigo de un choque épico que marcó un antes y un después en la historia del pugilismo. Este combate, promocionado como “Once In A Lifetime”, no solo enfrentó a dos titanes del deporte, sino que redefinió el panorama del boxeo moderno.

Canelo, con un récord de 63 victorias, 2 empates y 2 derrotas, llegaba como el favorito, defendiendo sus cuatro cinturones de las 168 libras (CMB, AMB, OMB y FIB). Su experiencia, potencia y resistencia eran sus cartas fuertes, respaldadas por una carrera enfrentando a los mejores de su generación. Por su parte, Crawford, con un impecable 41-0 y 31 nocauts, subía dos divisiones de peso, desafiando no solo a Canelo, sino también a la lógica del boxeo, donde el tamaño suele dictar el resultado. Sin embargo, la inteligencia táctica y la precisión quirúrgica de Crawford demostraron ser armas letales.

Desde el primer asalto, Crawford sorprendió con su velocidad y movilidad, utilizando su condición de zurdo para mantener a Canelo a distancia. El mexicano, fiel a su estilo, buscó imponer su potencia, conectando golpes al cuerpo que parecían desgastar al estadounidense. Los rounds iniciales fueron un ajedrez físico, con Canelo cortando el ring y Crawford esquivando con maestría. La tensión en el estadio, con más de 60 mil espectadores, era palpable, especialmente entre la afición mexicana que celebraba el fin de semana de la Independencia.

El punto de inflexión llegó en el séptimo asalto. Crawford, aprovechando un descuido de Canelo, conectó una combinación devastadora: un gancho de izquierda seguido de un uppercut que hizo tambalear al campeón. El público contuvo el aliento mientras Canelo, conocido por su mandíbula de hierro, intentaba recuperarse. Sin embargo, Crawford no dio tregua. Con una ráfaga de golpes precisos, envió a Canelo a la lona, marcando el primer nocaut en contra del mexicano en toda su carrera. El árbitro detuvo el combate a los 25 minutos, declarando a Crawford como el nuevo campeón indiscutido de los supermedianos.
La victoria de Crawford no solo le otorgó los cuatro cinturones, sino que consolidó su legado como uno de los mejores libra por libra de la historia. Para Canelo, esta derrota representa un golpe duro, pero su trayectoria asegura que seguirá siendo un ícono del boxeo. La pelea, transmitida por Netflix a más de 310 millones de usuarios, no solo rompió récords de audiencia, sino que abrió un nuevo capítulo en el deporte, demostrando que la técnica y la valentía pueden superar incluso al rey más dominante. Las Vegas, una vez más, fue el escenario de una noche que el boxeo nunca olvidará.