En una noche que quedará grabada en la historia del boxeo, Saúl “Canelo” Álvarez demostró una vez más por qué es considerado uno de los mejores libra por libra del mundo al vencer a Terence Crawford por nocaut técnico en el sexto asalto. El MGM Grand Garden Arena de Las Vegas vibró con la intensidad de un combate que prometía ser legendario, pero que terminó con el mexicano imponiendo su poderío físico y su experiencia sobre el talentoso estadounidense. Crawford, conocido por su velocidad y precisión quirúrgica, entró al ring con la confianza de un campeón invicto en múltiples divisiones, pero se encontró con un muro infranqueable en la forma de Canelo.

Desde el sonar de la campana inicial, el ritmo fue frenético. Canelo, con su característico estilo agresivo, presionó a Crawford contra las cuerdas, lanzando combinaciones potentes que buscaban desgastar al rival. Crawford, por su parte, utilizó su movilidad para esquivar y contraatacar con jabs rápidos y uppercuts que lograron conectar en el rostro del mexicano. En el primer asalto, ambos púgiles intercambiaron golpes limpios, pero fue evidente que la diferencia de peso jugaba a favor de Álvarez, quien compite habitualmente en supermediano mientras Crawford subía desde welter.

El segundo round vio a Crawford brillar momentáneamente. Con su switch-hitting, alternando entre ortodoxo y zurdo, confundió a Canelo y aterrizó un gancho izquierdo que hizo tambalear al campeón. La multitud rugió, anticipando una sorpresa, pero Álvarez se recuperó rápidamente, respondiendo con un body shot que obligó a Crawford a retroceder. Los siguientes asaltos fueron una batalla de voluntades: Canelo acumulaba puntos con su presión constante, mientras Crawford intentaba mantener la distancia y puntuar con contragolpes.

La turning point llegó en el quinto asalto. Canelo conectó una combinación devastadora: un jab seguido de un derechazo que envió a Crawford a la lona por primera vez. El árbitro contó hasta ocho, y aunque Crawford se levantó, sus piernas parecían inestables. Álvarez olió sangre y aumentó la intensidad, pero el round terminó antes de que pudiera capitalizar.
En el sexto, el drama alcanzó su clímax. Canelo arrinconó a Crawford y desató una andanada de golpes. Un uppercut lo hizo caer por segunda vez, y aunque se incorporó, el referee intervino al ver que no podía defenderse adecuadamente, declarando el TKO a los 2:45 del asalto. La arena estalló en vítores para el vencedor, mientras Crawford, visiblemente decepcionado, reconoció la superioridad de su oponente en la post-pelea.
Esta victoria eleva el récord de Canelo a 62-2-2, con 40 KOs, consolidándolo como el rey indiscutido de las 168 libras. Para Crawford, cuya racha invicta de 40-0 termina aquí, es un revés que podría motivarlo a regresar más fuerte. Analistas destacan cómo la experiencia en pesos mayores y la potencia de Álvarez fueron decisivas ante la técnica de Crawford.
El impacto de esta pelea trasciende el ring. Representa un choque de eras y estilos: el poder mexicano contra la astucia estadounidense. Fanáticos en redes sociales ya debaten si Crawford debería quedarse en su división o si Canelo enfrentará a rivales como David Benavidez. Lo cierto es que este combate, lleno de emoción y giros, refuerza el estatus del boxeo como el deporte rey de los golpes.
En entrevistas post-pelea, Canelo expresó respeto por Crawford: “Es un gran campeón, pero esta noche era mi noche”. Crawford, por su lado, admitió: “Di lo mejor, pero él fue superior. Volveré”. La industria del boxeo ya anticipa secuelas o nuevos desafíos, pero por ahora, Las Vegas celebra a su héroe.
Esta pelea no solo fue un espectáculo deportivo, sino un recordatorio de la imprevisibilidad del boxeo. Con caídas dramáticas y un final impactante, capturó la esencia de por qué millones sintonizan estos eventos. Álvarez, a sus 35 años, parece lejos del retiro, mientras Crawford, de 37, enfrenta preguntas sobre su futuro. Sin duda, este TKO en el sexto asalto será tema de conversación por años.