Washington, 14 de octubre de 2025 – En un movimiento que ha encendido el debate nacional sobre igualdad y derechos humanos, la secretaria de Prensa de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, ha confirmado hoy de manera oficial la prohibición de la participación de personas transgénero en deportes femeninos. Esta medida, impulsada por el presidente Donald Trump mediante una orden ejecutiva firmada en febrero, busca “restaurar el sentido común” en el deporte estadounidense, según declaraciones de Leavitt durante una rueda de prensa en la Casa Blanca. Sin embargo, la anuncio ha desatado una ola de indignación entre defensores de los derechos LGBT y organizaciones humanitarias, quienes la tildan de “discriminatoria y regresiva”, exacerbando divisiones en un país ya polarizado por temas de identidad de género.
Leavitt, de 27 años y la secretaria de Prensa más joven en la historia de Estados Unidos, defendió la política con vehemencia. “Esta prohibición no es más que una aplicación de la equidad en los deportes femeninos, protegiendo el legado de Title IX y garantizando que las mujeres biológicas compitan en igualdad de condiciones”, afirmó. La orden ejecutiva, que entró en vigor de inmediato, obliga a agencias federales a retirar fondos educativos a escuelas y distritos que permitan la inclusión de atletas transgénero en categorías femeninas. Además, insta al Departamento de Estado a presionar al Comité Olímpico Internacional (COI) para adoptar medidas similares a nivel global, y al Departamento de Justicia a investigar violaciones en estados como Maine y Washington, donde se han reportado casos de atletas transgénero participando en eventos escolares.

El contexto de esta política se remonta a la campaña presidencial de Trump en 2024, donde el tema de los deportes transgénero se convirtió en un pilar de su plataforma conservadora. Trump, quien ha repetido el eslogan “mantener a los hombres fuera de los deportes femeninos”, citó encuestas que indican que más del 80% de los estadounidenses, incluyendo un 60% de demócratas, apoyan la segregación por sexo biológico en el deporte. Leavitt reforzó este argumento al criticar a los demócratas por “apoyar hombres en deportes de mujeres mientras ignoran la protección real de las atletas femeninas”. En su discurso, honró a Payton McNabb, una exjugadora de voleibol que sufrió lesiones cerebrales permanentes en 2022 tras un golpe de una atleta transgénero, como símbolo de las “injusticias” que la prohibición busca corregir.
No obstante, la respuesta de la comunidad LGBT ha sido inmediata y furiosa. Organizaciones como Lambda Legal y la Asociación Estadounidense de Psicología han calificado la medida como un “ataque directo a los derechos humanos básicos”. “Esto no es sobre equidad deportiva; es sobre demonizar y excluir a las personas transgénero, especialmente a las jóvenes, en un momento en que ya enfrentan tasas alarmantes de discriminación y suicidio”, declaró Carl Charles, abogado senior de Lambda Legal, en un comunicado. En las redes sociales y manifestaciones callejeras desde Nueva York hasta Los Ángeles, activistas han denunciado la política como una violación de la Decimocuarta Enmienda, que garantiza igual protección bajo la ley. “Estamos retrocediendo décadas en la lucha por la inclusión”, protestó Sarah McBride, la primera congresista abiertamente transgénero, quien anunció planes para impugnar la orden en la Corte Suprema.

El impacto de la prohibición se extiende más allá de los titulares. En el ámbito educativo, 27 estados ya habían implementado leyes similares, pero la versión federal amenaza con cortar miles de millones en fondos federales, afectando no solo deportes sino también programas académicos en escuelas K-12. El Departamento de Educación ha iniciado investigaciones contra distritos en California y Nueva York, donde políticas inclusivas han permitido la participación de al menos una docena de atletas transgénero en los últimos años. En el deporte universitario, la NCAA, presionada por la administración Trump, votó en marzo una prohibición total sin consultar a sus expertos médicos, lo que provocó la renuncia de Jack Turban, psiquiatra infantil y miembro del comité de salvaguardas competitivas. Turban acusó a la federación de “politizar la ciencia” al ignorar estudios que muestran que las atletas transgénero, tras terapia hormonal, no mantienen ventajas significativas sobre sus pares cisgénero.
La controversia también ha salpicado a figuras prominentes. Atletas como Lia Thomas, la nadadora transgénero que ganó un campeonato nacional en 2022, han expresado su devastación en entrevistas exclusivas, describiendo el anuncio como “un golpe mortal a mi sueño y a mi identidad”. Por el contrario, conservadoras como Riley Gaines, exnadadora de la Universidad de Kentucky, celebraron la medida junto a la fiscal general Pam Bondi en una conferencia de prensa, argumentando que “protege la seguridad y la justicia para millones de niñas”. Encuestas recientes de Gallup indican un apoyo mayoritario a la prohibición entre mujeres deportistas, pero un rechazo abrumador entre jóvenes de la Generación Z, quienes ven en ella un retroceso en la aceptación de la diversidad de género.
A nivel internacional, el anuncio ha generado reacciones mixtas. El COI, bajo presión de Washington, ha iniciado revisiones a sus directrices de inclusión, mientras que países como Canadá y Suecia han criticado la medida como “xenófoba y transfóbica”. En Estados Unidos, demócratas en el Congreso, liderados por la senadora Elizabeth Warren, han introducido proyectos de ley para revertir la orden, aunque con escasas probabilidades de éxito en un entorno republicano dominante. Leavitt, por su parte, ha prometido una “campaña de presión pública” contra entidades que desafíen la política, advirtiendo de posibles demandas civiles y penales.

Mientras el país se divide, el debate trasciende el deporte. Críticos argumentan que esta prohibición es parte de una agenda más amplia contra los derechos transgénero, incluyendo restricciones a la atención médica afirmativa y protecciones antidiscriminatorias. “Es un intento de borrar la existencia trans de la esfera pública”, afirmó la Human Rights Campaign en un informe especial. Apoyadores, sin embargo, la ven como un triunfo por la “biología común”. Con audiencias judiciales programadas para noviembre y elecciones de medio término en el horizonte, el anuncio de Leavitt no solo redefine las reglas del juego en los deportes, sino que pone a prueba los límites de la tolerancia en la sociedad estadounidense.
En las calles de Washington, donde banderas arcoíris ondean junto a carteles de protesta, el eco de la indignación resuena. ¿Logrará esta medida la igualdad prometida, o profundizará las fracturas en un nación en busca de unidad? Solo el tiempo, y quizás la justicia, lo dirán.
